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Todo sobre el "Nuevo Bretton Woods"

El Parlamento italiano renueva su propuesta de un NBW


El senador italiano Oskar Peterlini, el dirigente larouchista Paolo Raimondi ,
el economista Nino Galloni y Lyndon LaRouche en una conferencia en Italia en 2003.

por Claudio Celani

Cincuenta miembros del Parlamento italiano presentaron el 12 de febrero una nueva propuesta de reforma al sistema financiero y monetario internacional, basada en el sistema de Bretton Woods. La propuesta, en cuya redacción participó el representante de LaRouche, Paolo Raimondi, surge en medio de un debate nacional sobre las causas y consecuencias del caso Parmalat, la mayor bancarrota empresarial de la historia europea, misma que motivó al Parlamento a emprender una investigación —además de otra judicial que ya hay en marcha—, y abrió una discusión acerca de imponer reformas financieras y bancarias.

Quien promovió la propuesta fue el diputado Mario Lettieri, miembro del partido de oposición “La Margherita”, una coalición formada por ex demócratas cristianos y otras fuerzas progresistas. Otros firmantes de la propuesta miembros de “La Margherita” son el ex ministro Antonio Maccanico y Giovanni Bianchi, el parlamentario que invitó a Lyndon LaRouche a hablar ante el Parlamento en Roma en 2001. Bianchi, un viejo combatiente en la lucha por reorganizar la deuda de las naciones en vías de desarrollo, reconoció en un debate parlamentario en 2002 que LaRouche es quien ha advertido del inminente estallido financiero.

Entre otros firmantes reconocidos están el ex ministro Nerio Nesi y el ex viceministro de Relaciones Exteriores, Ugo Intini, ambos socialistas, así como el ex líder sindical Giorgio Benvenuto, del partido Socialdemócrata (DS), además de miembros de la coalición en el gobierno.

El factor Parmalat

Lettieri es secretario de la Comisión de Finanzas de la Cámara y miembro prominente de la comisión para el caso Parmalat. La Comisión Parmalat la forman las comisiones de Finanzas y de Industria, tanto de la Cámara de Diputados como del Senado.

Las audiencias de la Comisión Parmalat han sacado a relucir la vulnerabilidad de un sistema en el cual los bancos funcionan en un mercado bursátil desregulado, que toma grandes riesgos con el dinero de los inversionistas. Cien mil familias italianas perdieron su dinero con las acciones de Parmalat, mismas que compraron por consejo de sus bancos. Antes, 450.000 sufrieron pérdidas en bonos argentinos que también compraron a instancias de los bancos. Entre estos dos sucesos, otro fracaso empresarial, Cirio, arrasó con los ahorros de unos 25.000 inversionistas. La investigación determinó que en los casos Cirio y Parmalat los bancos se deshicieron de bonos impagos vendiéndoselos a sus clientes.

Todo esto aumentó el apoyo de diferentes facciones políticas a una reforma del sistema bancario italiano, cuya pérdida de credibilidad pone ahora en peligro a todo el sistema económico. A esos cuantos líderes italianos que defienden la idea del bien común y que han mostrado liderato al apoyar las propuestas de LaRouche, como el diputado Bianchi o el senador Peterlini, ahora los secundan otras facciones, aunque impulsadas por consideraciones más pragmáticas. Una facción de la élite financiera italiana en particular, representada por el presidente de la Comisión Parmalat, Giorgio la Malfa, está proponiendo un regreso al sistema de aislamiento, parecido al que se abolió en 1992, el cual separaba estrictamente las actividades financieras, como el separar a los bancos de ahorro de los de inversión. Esta es la facción históricamente asociada con Mediobanca, un banco de inversión que dominó el sistema financiero e industrial italiano, hasta que empezó la desregulación en 1992.

En la última década el dominio previo de Mediobanca y su política en general conservadora fueron remplazados por la instrumentación agresiva de estrategias financieras “innovadoras” de nuevos grupos bancarios privados, dedicados a imponer las estrategias de la globalización, como las fusiones y adquisiciones, la especulación con derivados financieros, y el valor de los accionistas. Hasta ahora a la defensiva, el grupo Mediobanca regresa a la batalla, cuando las pruebas indican que la “década salvaje” de la desregulación llevó al sistema financiero e industrial italiano al filo de la bancarrota.

Bruno Tabacci, presidente de la Comisión de Industria de la Cámara, apoya a La Malfa. Su grupo ha estado pidiendo la renuncia del banquero central de Italia, Antonio Fazio, por su responsabilidad en la quiebra de Parmalat.

Otro de los temas a discutir en la Comisión Parmalat es el hecho de que, tras la privatización del sistema bancario italiano, el banco central ahora está en manos de intereses privados, incluso algunos extranjeros. Por ejemplo, el accionista mayoritario del Banco de Italia, con 27,2% de las acciones, es Banca Intesa (un grupo que se formó tras la fusión de Banca Comerciale, Banco Abrosiano Veneto y Cassa di Risparmio delle Province Lombarde), que a su vez está bajo el control del Crédit Agricole de Francia, un aliado del grupo Lazard. Recientemente este grupo lanzó una operación para tomar control de Mediobanca y de Assicurazioni Generali, una de las aseguradoras más grandes del mundo. Se sospecha que el funcionario del Banco Central, Antonio Fazio, quien testificó ante la Comisión Parmalat, favoreció esta operación.

El ex ministro Antonio Maccanico —otro firmante de la propuesta Lettieri–Raimondi, y que fue también presidente de Mediobanca— propuso poner al banco central bajo el control del gobierno, liquidando sus acciones y sometiéndolo al control de una institución pública, y que el gobierno designara su consejo directivo a través de la Cámara de Diputados, consejo que nombraría a su gobernador y directores.[FIGURE 31]

El sistema entero corre peligro

De hecho, el debate se parece, en muchos aspectos, al que hubo tras la crisis bancaria de los 1930, y del que se desprendió la ley bancaria de 1936, una ley regulatoria que duró hasta 1992, cuando se aplicó la llamada “reforma Draghi”. De forma parecida a hoy, el sistema bancario e industrial italiano estaba al filo de la bancarrota como resultado del estallido de la burbuja especulativa y la depresión económica mundiales. Las prácticas de la banca desregulada y sus promotores, como el todopoderoso presidente de Banca Commerciale, Giuseppe Toepliz, fueron rechazadas por la élite financiera y reemplazadas con un sistema dirigista estrictammente regulado, bajo la tutela de Alberto Beneduce. Las nuevas regulaciones —que introdujeron los llamados “muros de protección financiera”, al tiempo que se nacionalizaban los tres bancos más grandes— evitaron la bancarrota del sistema, pero no pudieron promover una recuperación económica. Sucedió exactamante lo contrario: saquearon el ingreso nacional para rescatar al sistema.

Hoy la reintroducción de regulaciones como las de 1936, que la facción de Mediobanca está pidiendo, sin una reorganización sistémica general y sin una política de recuperación rooseveltiana, repetiría estos mismos errores históricos, llevándonos al mismo resultado desafortunado de los 1930.

Por tanto, la intervención del movimiento larouchista es decisiva. La propuesta Lettieri–Raimondi pone en perspectiva el planteamiento de la Comisión Parmalat, sacando a relucir la bancarrota del sistema financiero global y enfocando la burbuja de los derivados financieros como el asunto medular. La propuesta es una copia casi textual de una declaración que Raimondi publicó el 20 de diciembre de 2003, a la que seguía una extensa declaración de LaRouche instando a los dirigentes responsables a no concentrarse en los aspectos internos del caso Parmalat, sino en la naturaleza sistémica y global del caso. LaRouche rechazó compararlo con el escándalo de Enron, y dijo que era más parecido al desplome del Long Term Capital Management (LTCM) de 1997, que casi echó abajo al sistema. A mediados de enero Raimondi hizo otra declaración donde identificó el aspecto específico de la especulación con derivados de crédito, de los que Parmalat fue víctima. AgenParl, una agencia noticiosa del Parlamento, publicó las dos declaraciones de Raimondi. Después se sumaron a Raimondi políticos que en el pasado apoyaron la propuesta del Nuevo Bretton Woods (NBW).

El 11 de febrero Cristiana Muscardini, una integrante del Parlamento Europeo, intervino en la decisión del caso Parmalat, instando a la Comisión Europea a presentar iniciativas para lidiar con la burbuja financiera. Muscardini dijo que “el caso Parmalat, el caso Cirio en Italia, Enron en los EU y casos similares en Gran Bretaña o en Francia, son las señales de la crisis que está golpeando a las estructuras financieras multinacionales a causa de la gran y desastrosa división entre la economía real y la burbuja especulativa, papeles y bienes virtuales que rebasan enormemente la verdadera riqueza real basada en la producción y el ahorro”.[FIGURE 301]

Después de polemizar sobre los bancos centrales, que dicen no estar “al tanto de la situación real, o informados de las maniobras ilícitas”, y de apoyar el llamado a instaurar un mayor control y coordinación a nivel Europa, Muscardini concluyó con un llamado a la Unión Europea “a enfrentar de manera seria todas las posibles nuevas consecuencias desastrosas que pudiera provocar la enorme división entre la economía real y la financiera. Hasta que tomemos medidas para reducir esta brecha, los riesgos siempre serán amenazadores”. Muscardini, junto con otros colegas, en el pasado ha presentado resoluciones y cuestionamientos sobre la necesidad de un nuevo acuerdo de Bretton Woods, iniciativas que hasta ahora han sido rechazadas por algunos miembros incompetentes de la Comisión Europea.

El 14 de febrero AgenParl informó que el senador Oskar Peterlini hizo una declaración en la que recordó cómo él advirtió de la amenaza de una crisis como la de Parmalat, en una propuesta que sometió a la consideración del Senado en marzo de 2002. Peterlini ha participado en conferencias públicas con LaRouche y promovido su propuesta del NBW. También impulsó a un colega a presentar una propuesta parecida en la Cámara de Diputados italiana —si bien con una formulación más suave—, misma que se aprobó en septiembre de 2003 casi de modo unánime. Todo esto está creando las condiciones para que, esperamos, una amplia mayoría del Parlamento adopte la propuesta Raimondi–Lettieri.

Nueva propuesta parlamentaria en Italia

El 13 de febrero se presentó en la Cámara de Diputados de Italia una nueva propuesta de un Nuevo Bretton Woods para reorganizar al sistema financiero internacional. Cincuenta parlamentarios de todos los partidos, la mayoría del partido de oposición “La Margherita”, aunque también de partidos de la coalición en el Gobierno de Silvio Berlusconi, apoyan la propuesta. Entre ellos se cuenta Mario Lettieri, presidente de la Comisión de Finanzas de la Cámara; Giovanni Bianchi, quien organizó un acto con Lyndon LaRouche en el Parlamento italiano en el 2001; los ex ministros Antonio Maccanico y Nerio Nesi, y el ex viceministro de Relaciones Exteriores, Ugo Intini.

La propuesta señala que “tras el desplome del LTCM, Enron, los bonos argentinos, Cirio, Parmalat y Finmatica, por mencionar sólo los casos mas sonados, debería ser claro para todos que enfrentamos una crisis sistémica real.. . . Debido a la internacionalización de los mercados financieros, una sola nación, o incluso Europa sola, no puede garantizar el control y aplicación de reglas más firmes de una manera resuelta. . . Hay una crisis de todo el sistema financiero, que cada vez más está dirigido a la especulación pura. Se calcula que toda la burbuja financiera, sumándole derivados financieros a toda forma de deuda existente, anda por los 400 billones de dólares, contra un producto interno bruto mundial de poco más de 40 billones. . . Además, los tres bancos italianos más grandes, Üntlos tres bancos estadounidenses involucrados en el caso Parmalat, JP Morgan Chase, Bank of America y Citigroup, son —como grupo— los más responsables de este crecimiento disparado”. Como informó la agencia gubernamental de control cambiario de los EU, “en junio de 2003 JP Morgan alcanzó el nivel de los 33,3 billones de dólares en contratos con derivados, con un aumento de 4,5 billones en sólo seis meses; el Bank of America llegó a 14,3 billones de dólares y Citigroup a 13 billones”.

La propuesta insta al Gobierno italiano “a actuar en los foros internacionales pertinentes para construir una nueva arquitectura financiera, encaminada a evitar futuros derrumbes financieros y la recurrencia de burbujas financieras, concentrándose en el objetivo de apoyar a la economía real; y a tomar todas las iniciativas necesarias para convocar, tan pronto como sea posible, a una conferencia internacional de jefes de Estado parecida a la sostenida en Bretton Woods en 1944, a fin de definir un nuevo sistema financiero y monetario global más justo”.

Celebrando la propuesta de sus colegas en la Cámara de Diputados, el senador Oskar Peterlini dijo que la bancarrota de Parmalat “nos recuerda que en febrero de 2002 miembros del Parlamento [italiano] presentaron una propuesta en la cual advirtieron al gobierno” e instaron a adoptar un Nuevo Bretton Woods. Peterlini pidió que “el gobierno no sólo adopte medidas de rescate” financiero en el caso Parmalat, “sino medidas estructurales de reorganización financiera, a definirse también a escala internacional, más que nada con países industrializados. . . El crescendo de las crisis financieras y bancarias desde 1997 indica una crisis de todo el sistema financiero, que se caracteriza por la especulación descontrolada”.


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